SI CAMBIA LA VIVIENDA, CAMBIA LA CIUDAD


SI CAMBIA LA VIVIENDA, CAMBIA LA CIUDAD
La vivienda pequeña y sus formas de agrupación en la Valencia de posguerra.
Javier Pérez Igualada
La manzana era en el ensanche la unidad modular de la edificación. Con una superficie aproximada de 1 hectárea (100 x 100 metros), marcaba los límites de la agregación máxima posible de viviendas entre medianeras. Las viviendas burguesas del ensanche eran grandes, de cinco o más habitaciones, con largos pasillos, y tenían fachadas tanto a la calle como al patio de manzana interior, además de patios de luces intermedios. La promoción inmobiliaria más habitual era la correspondiente a un solar entre medianeras de dos viviendas por planta, con una escalera central para acceso a ambas. La yuxtaposición de estas promociones generaba en el perímetro de la manzana una corona de edificación profunda, de cinco crujías (20-25 metros), salpicada de patios de luces (Fig. 1,1).
Por otra parte, la manzana de ensanche era una manzana mixta, en la que la planta baja no estaba destinada a viviendas, sino a usos comerciales o servicios, que ocupaban la totalidad de la superficie. El espacio interior de manzana no era un espacio libre, sino la cubierta de los locales de planta baja.
Una primera solución para construir viviendas de menor superficie que las del ensanche, y por tanto más baratas, es la utilizada en la Finca Roja (1929-33) por E. Viedma (Fig. 1,2), que consiste en partir por la mitad la vivienda tipo del ensanche, trazando una línea intermedia entre la fachada a la calle y la fachada al patio de manzana, con lo que se obtienen grupos de cuatro viviendas servidas por una única escalera. De estas viviendas, que requieren patios de luces, dos tienen fachada a la calle y las otras dos al patio de manzana. La Finca Roja, aunque parece una manzana más del ensanche, no lo es en absoluto: es una promoción unitaria, no una suma de solares entre medianeras, es monofuncional (la planta baja se destina también a viviendas), y el patio interior es un espacio libre, tratado como jardín comunitario.
La experiencia de la Finca Roja no tuvo continuidad, debido en parte a su tamaño, superior al que la promoción pública podía abordar en el periodo de postguerra, y debido, sobre todo, a la profunda renovación que se había producido en los tipos distributivos para la vivienda de bajo coste, como consecuencia de las investigaciones sobre el Existenzminimum iniciadas en Alemania en los años veinte, que en España se empezaron a aplicar de forma generalizada en los años de posguerra.


El estudio autónomo de la célula de vivienda, su disección interior para racionalizar los usos y la distribución, en trabajos como los de Alexander Klein o los presentados en el CIAM de Frankfurt de 1929, permitieron establecer los requisitos funcionales para una vivienda racional de bajo coste.
Las bases para la organización racional de la vivienda mínima son la definición de nuevas condiciones distributivas, agrupando y ordenando los usos internos, la fijación de estándares mínimos óptimos de superficie y cubicación, estableciendo dimensiones mínimas de las piezas y parámetros de iluminación, ventilación y soleamiento, así como la definición precisa del equipamiento de cocina y baño.
En la construcción de grupos de viviendas de promoción pública en Valencia pueden distinguirse cuatro periodos. En el primero, de 1939 a 1949, la mayoría de los grupos o conjuntos residenciales construidos en Valencia son de iniciativa municipal, aunque hay ya algunos promovidos por organismos estatales como la Obra Sindical del Hogar y la Arquitectura y la Dirección General de Regiones Devastadas. En el segundo periodo, entre 1950 y 1956, la iniciativa estatal será predominante, y se construirán grupos de mayor entidad, promovidos por el Instituto Nacional de la Vivienda y la Obra Sindical del Hogar, en el marco del “Plan 5000 viviendas para Valencia” y del Plan Sindical de la Vivienda. En el tercer periodo, entre 1957 y 1966, la promoción pública alcanza la escala del conjunto residencial integrado, compuesto por viviendas y equipamientos, en los dos grupos de Valencia del Plan Riada (Virgen de la Fuensanta y Virgen del Carmen), escala que se ampliará en los primeros planes, no realizados, para los polígonos de Valencia al Mar, Campanar, Avenida de Castilla y Fuente de San Luís. Al mismo tiempo, una serie de grupos promovidos por cooperativas y empresas marcan el inicio del predomino de la promoción privada, estimulada por la legislación sobre Viviendas de Renta Limitada de 1954. El predominio absoluto de la promoción privada y el declive de la pública caracterizan el último periodo, comprendido entre 1966 y 1976.
Desde un primer momento, la célula tipo de vivienda que se utilizará para la edificación de los grupos de promoción pública en Valencia será similar a la consagrada en el CIAM de Frankfurt: una vivienda más pequeña que la del ensanche, de dos o tres habitaciones, poco profunda (dos crujías), con dos fachadas opuestas y ventilación cruzada, y, sobre todo, sin patios de luces. Este tipo de vivienda pasante obliga a disponer una caja de escaleras para cada dos viviendas.
El cambio de célula tipo de vivienda con respecto a la del ensanche implica necesariamente un cambio radical en las características del conjunto edificado que resulta de la agrupación de las viviendas.
Si las nuevas células de vivienda, más pequeñas, se disponen en torno a un espacio libre central, para formar una manzana del mismo tamaño que la del ensanche, la edificación perimetral resulta tan poco profunda que el espacio libre central entra en crisis por pura falta de densidad: es una corona demasiado delgada que deja demasiado espacio interior. La manzana resultante no es viable económicamente para realizar casas baratas. Además, en esa corona delgada no pueden ya situarse en planta baja locales comerciales que requieran cierta superficie.
Las soluciones para mantener un tamaño de manzana como la de ensanche (en torno a 1 Ha) utilizando células tipo de viviendas de dos crujías, y sin que la proporción de espacio libre interior sea excesiva con respecto a la delgada franja de edificación perimetral, son fundamentalmente tres.
La primera solución (Fig 1, 3-A) consiste en aprovechar la mayor superficie del espacio interior para localizar en el mismo algunos equipamientos, tales como escuelas o parques.
Esto es lo que se hacía en las grandes manzanas de las hoffe vienesas, en las que además la edificación perimetral era algo más profunda, ya que estaba formada por viviendas con una única fachada, bien a la calle o bien al patio interior de manzana, de modo que cada caja de escalera servía a cuatro viviendas por planta.
La inclusión de equipamientos en el espacio interior es también la solución adoptada en Valencia en grupos como el Federico Mayo, que tiene una escuela en el espacio interior.
Pero esta no es obviamente una solución generalizable, ya que no tiene sentido que cada manzana tenga una escuela.
La segunda solución (Fig 1, 3-B) es la de formar dos coronas de edificación perimetral concéntricas, una de viviendas con fachada a la calle y otra de viviendas con fachada al espacio interior de manzana, separadas por patios en los que se intercalan las cajas de escaleras, cada una de las cuales sirve a cuatro viviendas por planta. Es la solución empleada en ejemplos como los de las Lexington Terraces (Chicago, 1901) de Frank Lloyd Wright y la Casa de las Flores (Madrid, 1931-32) de Secundino Zuazo. Es un modelo similar al de la Finca Roja, pero con patios de luces casi continuos.
La tercera solución (Fig 1, 3-C) para mantener un tamaño de manzana grande, similar a la del ensanche, pero con viviendas de dos crujías sin patios de luces, es la de complementar la franja edificada perimetral con brazos o cuerpos de edificación que penetren en el espacio interior de manzana, para contribuir a mantener una proporción razonable de espacios libres. 
Este método, que es el empleado por M. Brinkmann en la manzana de Spangen, en Rotterdam (1919-20), se utiliza en Valencia en el grupo Carretera de Barcelona de 1944-52 y en las manzanas del grupo Cardenal Benlloch-Yecla de 1952.
Estas tres formas de disponer las viviendas permiten mantener un tamaño de manzana equivalente a la del ensanche, pero este tamaño resultaba seguramente demasiado grande para los parámetros de la promoción pública de la época.
Por ello, la vía más habitual para recomponer una proporción razonable entre la edificación y el espacio libre interior, cuando la edificación es una banda perimetral poco profunda de viviendas pequeñas, será la de reducir del tamaño de la manzana, que pasará por lo general de una superficie de 1 Ha a la mitad (Fig. 1, 4-A). Este tamaño permite abordar la manzana como promoción unitaria, lo que hace posible a su vez destinar el patio interior a espacio libre comunitario.
Esta vía es la utilizada en el plan de Berlage para Amsterdam Sur y en numerosas manzanas holandesas del mismo periodo, como la de Tusschendyjken (Rotterdam, 1920-23) de J.J.P. Oud.
Ejemplos de ello en Valencia son el grupo Virgen del Castillo de 1942, el grupo Ramiro Ledesma de 1943 o el grupo Rinaldi de Torrefiel de 1949.
Entre 1946 y 1957, se realiza la transición de la manzana al bloque como tipo básico edificatorio para el crecimiento urbano de Valencia, en grupos de promoción pública como el Generalísimo Franco de 1949 o de cooperativas, como el grupo Agrifersa de 1954. El grupo de la calle Montduver es el primero integrado exclusivamente por bloques lineales.

En los primeros planes y proyectos basados en la edificación abierta en Valencia es frecuente encontrar un peculiar modelo de manzana, formada por una combinación de dos bloques laterales de cinco crujías entre los que se sitúan varios bloques transversales de dos crujías (Fig. 1, 4-B). A los bloques profundos, por lo general, se les asigna una función de delimitar espacios, ya que están alineados con las calles principales, mientras que los bloques delgados son un relleno neutro del espacio intermedio. Este modelo es una alternativa a la manzana cerrada de ensanche, y permite utilizar células tipo de viviendas de dos crujías sin tener que reducir por ello el tamaño de la manzana.

Ejemplos de este sistema de agrupación de bloques son el grupo Camino de Alba, de 1952-56, y el conjunto Virgen de los Desamparados (1954-65), con manzanas abiertas en las que se combinan bloques profundos (en este caso a redents, con patios a fachada) en el perímetro y un relleno interior de bloques lineales de dos crujías, dispuestos sin orden aparente alguno.
Pero utilizar la edificación abierta de dos crujías como relleno del espacio interior de manzana, y además envuelta por bloques profundos de cinco crujías con patios de luces, no era, desde luego, algo que recomendase la Carta de Atenas.
La forma canónica de disponer los bloques en el urbanismo funcionalista es otra: la de la denominada edificación en línea, o zeilenbau, que sitúa los bloques de dos crujías a intervalos regulares, con orientación uniforme y separados por espacios verdes intermedios (Fig. 1, 5). El primer grupo construido en Valencia según este sistema de seriación de bloques, que aparecía ya en diversos planes urbanísticos no realizados, es el de la Isla Perdida, de 1952.
El zeilenbau será también el modo de disponer la edificación en el grupo Virgen de la Fuensanta, que es uno de los grupos del Plan Riada construidos en Valencia entre 1958 y 1962, con los que se introduce en la ciudad el modelo de crecimiento urbano propio de la ciudad funcional, por adición de partes completas, de unidades residenciales integradas por viviendas y equipamientos, proyectadas y construidas de modo unitario.
Más adelante, los bloques empezarán a disponerse de una forma más libre, buscando un efecto de variedad, tanto en planta como en altura, que prima sobre el criterio de orientación homogénea (Fig. 1, 6). Este sistema es el de la edificación abierta mixta, preconizado en los años cincuenta por Bakema y Van den Broek, en proyectos como el barrio Klein Driene (Hengelo, 1956-58), y será también el utilizado en Valencia en el plan para el Polígono de Campanar de 1961, del que sólo se realizó finalmente un pequeño fragmento en la zona de Tendetes.


El sistema de edificación abierta mixta será también el habitual en los planes parciales municipales redactados a partir de 1958 para regular la promoción privada de viviendas. A partir de ese momento, el bloque pasa a constituir por sí solo la nueva unidad modular de la edificación, que queda por tanto reducida a un tamaño mucho menor que el de la manzana cerrada.
Además, los bloques se proyectarán indistintamente de dos o de cinco crujías, con lo que reaparecen los patios de luces, tan denostados por Le Corbusier por ser formas “absolutamente contrarias al bien de los hombres”.
En las versiones menos especulativas, los bloques profundos son bloques dobles, es decir, edificios formados por dos bloques lineales de dos crujías separados por un espacio intermedio en el que se intercalan únicamente las cajas de escalera, cuya posición central les permite servir a cuatro viviendas por planta. Es el caso del grupo Stella Maris de 1958.
Podemos ver, como conclusión, que la sustitución de la vivienda del ensanche por una célula de vivienda pequeña, que pasa a ser el tipo básico -casi único- para la edificación de la corona periférica, tiene importantes implicaciones urbanas, ya que conduce a formas de agrupación de las viviendas muy diferentes a las de la manzana del ensanche.
Así, en un primer momento, la manzana cuadrada del ensanche, que era una potente unidad urbana mixta, se sustituye por otra rectangular de la mitad de tamaño con espacio libre interior, que alberga sólo viviendas. El paso siguiente puede interpretarse como la simple eliminación de los lados cortos de esta pequeña manzana rectangular, de lo que resultan dos bloques lineales paralelos. Luego, esos bloques, liberados de las alineaciones, pasarán a disponerse de forma libre.


La modificación de las formas de agrupación de viviendas lleva aparejadas inevitablemente transformaciones del espacio público.
La agrupación de viviendas en manzanas pequeñas como las del Plan Sur de Amsterdam es una transformación moderada: si hay dos manzanas donde antes había una, aparece una nueva calle entre ellas que antes no existía: el grano del tejido urbano disminuye. Estas manzanas, aunque han perdido los usos diferentes al de vivienda, al menos permiten mantener un espacio público legible de calles y plazas.
Pero la agrupación de viviendas en bloques de edificación abierta supone una transformación radical del espacio público: si donde había una manzana ya no hay ninguna, sino unos bloques rodeados de espacios públicos, lo que ocurre es que hemos dejado de tener calles. Sólo quedan caminos por un lado y carreteras por otro.
Cambia la vivienda, cambia la ciudad. El cambio en el tipo de vivienda tenía un noble objetivo: el de ofrecer una vivienda digna a la población con pocos recursos. Pero cuando en los años setenta los problemas de la ciudad que resultaba de ese cambio se hicieron patentes, la respuesta que dio el urbanismo postmoderno fue regresiva: volver al punto de partida, a la ciudad del XIX.
Con ello se dio un paso en falso. Lo que había que hacer con la ciudad moderna no era proscribirla, sino corregir sus obvios defectos manteniendo sus innegables virtudes, entre las cuales, además de la mejora sustancial en la proporción entre edificación y espacio libre público, ocupa un lugar preferente el logro de una vivienda soleada, con ventilación cruzada y abierta al espacio exterior, no a lóbregos patios de luces.